El consumo de agua para riego se redujo un 15% por hectárea en los últimos diez años, a pesar de que la superficie de regadío creció algo más de un 10% en este periodo, según los últimos datos de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE) hechos públicos con motivo del Día Mundial del Agua.
La Federación atribuye este descenso al proceso de modernización de regadíos que ha dejado atrás los tradicionales sistemas de riego por gravedad, de coste energético casi nulo, a los mecanismos de riego por presión que, aunque demandan más energía, permiten un uso más eficiente del agua.
De esta forma, el regadío localizado - presente ya en más de la mitad de la superficie regable española, lo que nos sitúa como un referente internacional en modernización- supone un giro de 180 grados en la gestión, máxime en un momento en el que cada vez hay menos recursos per cápita.
A pesar de las cifras, el “premio” que han conseguido los regantes por modernizar los regadíos para reducir el consumo de agua ha sido un incremento desorbitado de los costes energéticos, haciendo que actualmente muchas de estas zonas regables resulten económicamente inviables.
Concretamente, los costes fijos del suministro eléctrico para el regadío –que deben pagar se utilice o no el servicio- se han encarecido más de un 1000% desde 2008, representando ya más del 40% de los costes relacionados con el agua, lo que hoy por hoy impide amortizar la inversión de más de 5.000 millones de euros acometida hasta la fecha en modernización del regadío.
Esta es la razón por la que desde Fenacore llaman la atención sobre la necesidad de alcanzar una eficiencia tanto hidráulica como energética que garantice la continuidad del regadío, que además es el garante del abastecimiento de los alimentos de primera necesidad.
De ahí que pida la puesta en marcha de un Plan Director de Regadíos ambicioso, que consiga impulsar la modernización de las cerca de un millón de hectáreas que todavía quedan pendientes de acuerdo a este binomio agua-energía.
Sin regadío, la desplobación rural aumenta
De lo contrario, no solo se producirá un impacto negativo en el desarrollo económico y las garantías de seguridad alimentaria, sino también sobre la conservación del medio rural, aumentando el despoblamiento y el éxodo de los jóvenes hacia lo grandes núcleos urbanos.
Tal y como demuestran los datos oficiales, la despoblación rural es mayor en las provincias donde menos regadíos hay. Al cruzar los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con los del Ministerio de Agricultura sobre proporción de cultivos de regadío y superficie cultivable, se pone de manifiesto que 13 de las 15 provincias que más población ha perdido durante los diez últimos años coinciden con aquellas donde el regadío es menor.
Fuente: agrodigital