Los brotes o germinados ayudan a crear un huerto urbano divertido, sano, barato, y sin salir de casa. No hace falta terraza. Montar un huerto urbano en invierno solo requiere de una ventana luminosa que permita a los vegetales obtener los rayos de sol que precisan para crecer. Eso sí, la posibilidad de plantar un huerto urbano con frío requiere escoger cultivos resistentes a las bajas temperaturas. Y esto incluye a los llamados brotes, también denominados germinados (o microvegetales), tan de moda en la sección de verduras del súper. ¿Cómo? Atento a las siguientes líneas.
El concepto de horticultura urbana va calando en España. "Empezar un huerto urbano ecológico en otoño o invierno no solo es posible, sino que tiene algunas ventajas", reconoce Marta Rosque, ambientóloga y horticultura creadora de Plantea en Verde. Entre ellas, está que se dan menos plagas y hay que estar menos pendiente del riego. Pero es que además, los cultivos, dice Rosique, saben mejor en otoño y invierno, "cuando no viven bajo el sol abrasador del verano".
Cultivos de ensalada, como la rúcula y el cada vez más en boga pak choi (col asiática), e incluso de hierbas aromáticas, como la albahaca y el cilantro, pueden crecer en una huerta urbana montada en el salón de casa. Pero hay más opciones. Habas y hasta guisantes pueden comerse como brotes o plantones (pequeñas plantas que no han finalizado su crecimiento). Y hasta algunos cultivos radiculares, de los que se aprovecha la parte engrosada subterránea, como la zanahoria y el rábano, son vegetales que crecen a la perfección cuando baja el termómetro. El motivo es que el suelo hace de regulador de la inercia térmica, protegiendo a la planta de los envites del frío que de otro modo darían al traste con la planta.
Si se quiere tener éxito con la cosecha de invierno, la siembra tiene que ser densa, ya que es posible que una proporción de la simiente no llegue a germinar. Para ello, hay que usar la regla del pulgar. En el mundo de la horticultura esta norma hace referencia a la distancia que debe respetarse entre cada semilla, ya que esta separación aumentará las posibilidades de que la planta prospere.
Y no hay que sacar el metro. Esta pauta es aproximada y no necesita ser perfecta. Pero si se desea sembrar vegetales de un tamaño mayor, hay que asegurarse de incrementar en proporción la distancia de separación entre las semillas.
No hace falta una maceta grande, ni cara. Una bandeja de semillero con al menos tres centímetros de profundidad es todo lo que se requiere para empezar un huerto de invierno. Y será más que suficiente si lo que se pretende es obtener germinados y brotes.
La bandejas para sembrar pueden conseguirse de forma gratuita en el supermercado, ya que se pueden aprovechar las bandejas de los champiñones o de ciertas frutas. Pero si tienen agujeros, se debe cubrir el fondo con un papel de periódico para evitar que el compost se pierda por el fondo.
Pero las opciones no acaban aquí, ya que se pueden emplear otros envases de plástico para sembrar. Y si no tienen agujeros, basta con hacerlos con un cuchillo afilado. En el caso de querer hacer un mini-invernadero de invierno, se puede usar la mitad de una botella de plástico con agujeros que permitan la aireación. La reutilización de materiales es un requisito para que una huerta sea más sostenible y también supone un ahorro en dinero, recursos y trabajo.
Para ayudar a las semillas a germinar, basta con dejar a remojo las simientes durante unas 24 horas antes de plantarlas en el compost. Este sencillo gesto facilitará la germinación y hará que los brotes aparezcan en menos tiempo.
También es importante mojar ligeramente el compost o sustrato antes de colocar las semillas. No es necesario empaparlo, pero sí que esté húmedo. Y para mantener la humedad después de haber puesto las semillas, se pueden recubrir los maceteros o bandejas con una bolsa de plástico transparente que tenga agujeros para facilitar la aireación. Pero es importante retirar el plástico cobertor tan pronto como aparezcan los primeros brotes, además de regar los brotes con regularidad, aunque mejor aún si se hace con una botella de riego con pulverizador.
Por lo general, los brotes vegetales de interior necesitan entre dos y cuatro semanas para crecer. Además, la mayoría de los germinados no tienen una fecha de recolección exacta, por lo que se puede experimentar con distintos tiempos y longitudes del brote. Mientras hay quien prefiere recolectar el germinado una vez que aparecen las dos primeras hojas (cotiledones u hoja embrionaria), otros escogen dejarlas crecer un poco más.
En cualquier caso, la forma más sencilla de recolectar los brotes es utilizar unas tijeras de cocina afiladas para cortarlos. Y no hay que sacarlos de raíz, ya que algunos germinados como el guisante pueden crecer de nuevo.
Las posibilidades de cultivar brotes de invierno en el salón son enormes. Y la recomedación es lanzarse a experimentar. Como idea, se puede empezar con los brotes de albahaca y de cilantro, pero también se puede probar con cultivos de germinados menos clásicos como la mostaza, el rábano, el garbanzo, el guisante o las habas.
Fuente: Consumer