La UE no es la única que está buscando formas de convencer a las empresas para que reciclen. La Cámara de Comercio de Estados Unidos también apoya a las empresas en el desarrollo de economías circulares (CE, por sus siglas en inglés) y China, al igual que Europa, ha desarrollado políticas y una legislación en torno a las CE. Es fácil ver lo qué piensan los países que pueden ganar con en estos esfuerzos. Por ejemplo, la Fundación Ellen MacArthur, McKinsey y Accenture creen que la habilitación de las CE generará ahorros por billones de euros y que supone un paso especialmente importante en la protección del medio ambiente. Muchas empresas se enfrentan a serios desafíos cuando se trata de ejecutar una estrategia de economía circular. Por lo general, se encuentran con al menos una de las cuatro barreras: carecen de acceso a productos usados, no pueden renovar o reciclar productos usados de una manera rentable, sus productos no están diseñados con un propósito circular en mente y sus clientes descuentan el valor de los productos restaurados o remanufacturados.
Los tres enfoques
Las empresas que tuvieron éxito en la construcción de una economía circular hicieron tres cosas: todas implementaron arquitecturas modulares de productos; alquilaron, en lugar de vender, varios de sus productos; y expandieron sus operaciones de restauración.
El diseño de productos modulares brinda a las empresas la capacidad de reemplazar algunos componentes y restaurar otros, en lugar de restaurar o deshacerse de productos completos. También reduce el coste de la restauración. Desmontar productos que no son modulares a menudo consume demasiado tiempo para que las empresas lo hagan, pero los productos modulares son más fáciles de separar y más baratos de restaurar.
El arrendamiento soluciona el problema del acceso creando un flujo confiable de productos para la restauración. Un programa de arrendamiento escalable evita la competencia de los revendedores de terceros mediante el control de los activos y reduce la logística inversa y los costes de restauración. También permite a las empresas mantener el valor residual de los productos sin contrato y puede hacer que los productos sean significativamente más baratos para los clientes.
Finalmente, invertir en una infraestructura de restauración le da a la firma más control sobre las limitaciones técnicas asociadas con el reacondicionamiento o la restauración de productos. Le permite a la empresa diseñar productos teniendo en cuenta el desmontaje y logra reducir el coste de la restauración. El acceso a mano de obra cualificada también es importante, ya que le da a la empresa la flexibilidad para renovar tantos productos como sea posible, incluso cuando se devuelven en peores condiciones de lo previsto. Establecer una infraestructura de restauración ayuda a las empresas a conservar el mayor valor posible en sus productos. Los clientes valoran los productos que han sido renovados por el fabricante original más que los productos que han sido renovados por un tercero. Al llevar a cabo este trabajo interno, las empresas pueden garantizar que sus productos sean altamente valorados por los clientes.
Las empresas que no tienen éxito en la construcción de CE suelen adoptar algunos de estos enfoques, pero nunca los tres. La combinación de los tres enfoques es lo que mejora el acceso a los productos, reduce los costes y aumenta el valor para el consumidor. Juntos, crean la escala necesaria para que las CE sean rentables.
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Fuente: Harvard Business Review