En los últimos años, los productos ecológicos (también llamados orgánicos, eco o bio) han experimentado un enorme crecimiento en nuestro país. Han pasado de ser considerados un producto gourmet, caro y exclusivo de tiendas especializadas, a ser habituales en la cesta de la compra, con una gran variedad referencias, a un precio asequible y fáciles de encontrar en todo tipo de tiendas y grandes superficies.
No es una moda más o menos efímera. La demanda es cada día mayor, porque también es mayor la concienciación de la sociedad y la certeza de que estos productos son más saludables para el ser humano, e igualmente beneficiosos para los animales y el medio ambiente. Y, afortunadamente, también son cada día más las marcas que comparten esta filosofía ecológica.
Pero, ¿qué son exactamente los alimentos ecológicos? Aquellos alimentos cien por cien naturales que se obtienen sin utilizar químicos en todas las etapas: desde el crecimiento (de vegetales y animales) y la producción, hasta la distribución. Estos procesos orgánicos son absolutamente respetuosos con la naturaleza y con las personas, y, en consecuencia, aportan una gran cantidad de beneficios.
Para conocer las razones por las que debemos incorporarlos a nuestra dieta, hemos hablado con Vrai, marca pionera y líder en productos lácteos ecológicos, que nos ha resumido en estas siete claves el porqué debemos tomar productos ecológicos:
No utilizan conservantes, ni colorantes, y tampoco antibióticos, fertilizantes químicos o pesticidas. Aunque estos últimos previenen enfermedades y plagas, pueden ser susceptibles de dejar restos de residuos tóxicos perjudiciales para nuestra salud; de hecho, muchos especialistas los consideran causa de algunas enfermedades como dolor de cabeza, problemas cardíacos, asma, alergias, osteoporosis, y hasta hiperactividad o cáncer.
Pero, ¿qué son exactamente los alimentos ecológicos? Aquellos alimentos cien por cien naturales que se obtienen sin utilizar químicos en todas las etapas: desde el crecimiento (de vegetales y animales) y la producción, hasta la distribución.
Por el contrario, los alimentos ecológicos no tienen incidencia negativa en nuestro metabolismo porque, al no tener trazas sintéticas, se asimilan mejor. Además, tienen más nutrientes, gracias al uso de fertilizantes naturales, con más presencia de vitaminas, minerales y antioxidantes; y una mayor calidad en los hidratos de carbono y proteínas, en el caso de la carne.
Son productos de temporada. Esto es, productos que se dan naturalmente en cada estación y que, por tanto, no necesitan aditivos para su conservación posterior. Y además son más ricos en nutrientes.
Por otro lado, la legislación sobre productos ecológicos impide el uso de antibióticos en el tratamiento de los animales, evitando consecuencias negativas en el consumidor. Los veterinarios encargados de su cuidado y tratamiento lo realizan con métodos que previenen enfermedades, al tiempo que evitan también los tranquilizantes y las hormonas.
Cuidar el planeta y conseguir un consumo sostenible son dos de los grandes objetivos de estos productos. Reducir la contaminación del agua y el aire supone evitar riesgos para nuestra salud y un compromiso con el futuro, luchando contra el efecto invernadero y logrando una mayor eficiencia energética con el uso de fuentes renovables.
Además, la agricultura ecológica fertiliza la tierra y frena la desertificación; favorece la retención del agua y no contamina los acuíferos; fomenta la biodiversidad; respeta los ciclos naturales de los cultivos; favorece la biodiversidad y el equilibrio ecológico; potencia la fertilidad natural de los suelos y la capacidad productiva del sistema agrario; recicla los nutrientes incorporándolos de nuevo al suelo como abonos orgánicos; y utiliza de forma óptima los recursos naturales.
Está comprobado que la cría y alimentación de los animales con alimentos ecológicos es más saludable para ellos. A diferencia de otros sistemas de producción en los que los animales están encerrados y prácticamente hacinados con el único fin de ser "rentables", la ganadería ecológica les permite vivir en condiciones de mayor libertad, para que tengan un desarrollo normal y gocen de una mejor salud. Esto repercute en el resultado final, y al no utilizar hormonas ni métodos de inseminación artificial, también ayuda a conservar las especies locales, las más aptas para esa zona.
Desde la selección de la materia prima hasta que realizamos la compra, las empresas oficiales de control garantizan que la totalidad de los procesos cumplan con todos los estándares de calidad, que son más numerosos y más exigentes que en otros productos alimentarios.
De esta manera, nos permite saber que los productos ecológicos son cien por cien fiables a la hora de consumirlos. Y por otro lado, los propios procesos permiten mantener la pureza de todos los ingredientes, y eso se nota en su sabor.
Los organismos genéticamente modificados o transgénicos no se aceptan en los estándares de la agricultura ecológica. Aunque aún queda camino por recorrer en el conocimiento de la relación a largo plazo entre su consumo, la seguridad de su uso y sus consecuencias para nuestro planeta y nuestra salud.
Para que un alimento sea ecológico, al menos el 95% de sus ingredientes debe provenir de la producción ecológica, y el resto debe justificarse. Además de pasar por rigurosos controles, deben contar con certificados oficiales en todas sus prácticas, regulados por la Unión Europea.
Los Consejos Reguladores de las diversas comunidades se encargan de vigilar que los productos que se venden con etiqueta ecológica lo sean de verdad. Estas etiquetas garantizan que un producto ha sido elaborado siguiendo las prácticas apropiadas y son un aval de la calidad ambiental de los productos ecológicos.
Fuente: Europapress